Navidad

De nacer, naturaleza, nación. El nacimiento de un ser es siempre un acontecimiento gozoso porque engrandecía el conjunto, era bueno para la colectividad. Y, como todo acontecimiento, se celebraba desde la familia hacia la sociedad: varios días de actos y ceremonias de aceptación en sociedad del recién nacido. Roma instituyó un día del nacimiento, que los cristianos hicieron suyo y llamaron Navidad... Todo esto se ha reducido a una mínima expresión o ha desaparecido en nuestro tiempo. En un mundo con cerca de siete mil millones de almas, el nacimiento es poco más que una estadística y unas actuaciones administrativas.
Particularmente, la rememoración de la Navidad ha devenido en fiesta del consumismo. El Niño Jesús ha quedado reducido a símbolo que desempolvan los mayores de la casa, adaptados o resignados al desplazamiento del contenido espiritual de la Navidad de antaño por el escaparate mercantil de ahora. Cuando éramos pequeños, y pobres, nuestras casas se llenaban por Navidad de un ambiente fraterno, en el que percibíamos cercana la sensación del Recién Nacido, una religiosa ambientación de virtuosidad, de sentirnos felices con lo que hubiera. Hoy, hemos retrocedido a un paganismo de cuño económico y especulativo que nos deja al final insatisfechos y con los horizontes de la esperanza vacíos.
Pero seguiremos necesitando los símbolos, porque los símbolos son media verdad; tienen el valor de la Historia. La palabra ‘tradición’ viene del latín y significa ‘entregar’.

Enseñar a pescar.

La patronal CEA han propuesto a la Junta de Andalucía poner en marcha un programa para enviar a técnicos y profesionales andaluces a paises como Bolivia, Ecuador, Senegal y Marruecos a que formen trabajadores en oficios de los que vamos a necesitar mano de obra en nuestro mercado de trabajo. Enseñar a inmigrantes potenciales de esos paises algunos oficios como la construcción, la hostelería, tareas agrícolas, etc. y, una vez formados, hacerles contratos en origen para que vengan a trabajar aquí. Lo del proverbio chino: enseñarles a pescar, en vez de darles un pez cuando tienen hambre.
La iniciativa es magnífica, sin duda, y generaría un interesante movimiento económico y social, un intercambio beneficioso para ambas partes. El coste tampoco debe ser muy elevado. Parece que la propuesta está germinando en el gobierno que preside Manuel Chaves y el año próximo podrían realizarse las primeras experiencias piloto.
La idea sólo podía ocurrírsele a una mentalidad abierta, humanista y con décadas acumuladas de experiencia en gestión como la de Juan Salas Tornero, un sevillano practicante que se divierte abriendo espacios de encuentro.