viernes, febrero 16, 2007

Refer...¿qué?


Desconozco si los ciudadanos van a acudir a votar el domingo o no, pero los pronósticos apuntan a que la participación será escasa. El nuevo Estatuto de no ha levantado pasiones, ni siquiera interés más allá de la clase política. Independientemente de quién trate de apropiarse el lunes de la abstención (el PA, el PP) y de cómo lo haga, habrá una realidad original que los políticos tratarán de soslayar y hasta de ocultar: que los ciudadanos no tuvieron, desde que Chaves lanzó el debate de la reforma estatutaria, ni un gramo de entusiasmo con esta iniciativa. Si a esa indiferencia se añade el ruido que hubimos de soportar durante el proceso de negociación, la abstención no debe constituir sorpresa para nadie.
¿Qué va a ofrecernos a los andaluces, que sea verdaderamente innovador y distinto, este Estatuto? Muy poco. Todos los derechos y deberes que figuran en su articulado están ya garantizados por el sistema de las Leyes nacionales, comenzando por la Constitución y siguiendo por el Código Civil o el Código Penal. Pocas aportaciones puede hacer un Estatuto que no estén ya en el entramado legal del Estado, y las que hace son de menor entidad.
El Estatut de Cataluña fue aprobado con menos de la mitad de participación y por apenas el 35 por ciento de los catalanes. No se le puede quitar legitimidad, pero fue una victoria pírrica, claramente insuficiente y una respuesta silenciosa a los partidos como para que sus dirigentes se hubieran metido debajo de la mesa. Si en Andalucía ocurriera el domingo algo parecido, ganaría la indiferencia aquí también, y quienes se empeñaron en una aventura nada querida por los ciudadanos deberían pedirles disculpas y actuar en consecuencia, como poco. Los políticos no suelen valorar la factura del silencio, pero debieran hacerlo.

viernes, febrero 02, 2007

Quién manipula a quién


-. ¿Qué fue de la gripe aviaria?, ¿qué pasó con la enfermedad de las vacas locas?
El comisario europeo de Sanidad, Marcos Kyprianou, acaba de pedir a los informadores un esfuerzo para evitar alarmas sociales con cuestiones sanitarias. Los medios entran en tromba en una noticia de impacto y amplifican hasta la alarma social una hipotética pandemia como las mencionadas de las aves y el ganado vacuno. Esclavos del espectáculo como somos, la buena voluntad por prestar un servicio público nos lleva a veces a ser voceros inconscientes de intereses ocultos. Y grandes laboratorios, grupos económicos o sociales de presión... no suelen ser inocentes en estos procesos; entidades que aprovechan la comunicación y los medios para especular a favor de sus intereses. Cuando la información es utilizada por terceros como un arma, nuestro trabajo provoca ondas expansivas que causan perjuicios a otros sectores y otras industrias inocentes. Los periodistas estamos perdiendo credibilidad en estas situaciones. Sobre todo, porque estamos sucumbiendo a la seducción del espectáculo.
En términos generales, la comunicación necesita un pacto social para preservarla de contaminaciones e intereses cruzados, como un bien indispensable que es, en las sociedades libres. En el hecho informativo deben implicarse todos con la bandera de la verdad por delante. Que nadie se equivoque: esto no se arregla apaleando al mensajero.