A los programas de las TVs que incumplen los códigos de la información y que difunden y fomentan valores negativos para la sociedad y los ciudadanos se les conoce como telebasura. Son programas que no suelen respetar los derechos a la intimidad y al honor; que trivializan y relativizan valores éticos y culturales de la sociedad; que practican el sensacionalismo, deforman los modelos y apuestan por el espectáculo como factor determinante para el entretenimiento.
Mayoritariamente, son las TVs privadas las que emiten este tipo de programas, aunque las públicas tampoco están inmunizadas contra este subproducto. La telabasura tiene sus orígenes en la TV norteamericana, donde comenzaron los primeros programas de telerrealidad y la introducción de la violencia, verbal y física, en los debates. Los que tiene como leit-motif el sexo provienen de Italia.
Si entra usted en internet y pide información sobre la telebasura, encontrará hasta 800.000 registros. Y buena parte de ellos son análisis y afiladas críticas contra este tipo de programas. Pero las emisoras se justifican en sus audiencias y en el importante negocio publicitario que generan, porque suelen ser programas de bajo coste de producción. El 90% de los españoles dice estar en contra de la telebasura, pero lo cierto es que un 40 por ciento de los ciudadanos la ve. El 52%, según el CIS, cree que la TV es vulgar y de mal gusto. ¿TV de masas al nivel de la cultura de masas del pais...? Dejemos ahí la duda.
De nada sirvió aquel acuerdo suscrito por todas las TVs con el Gobierno para respetar los horarios infantiles. De nada, tampoco, los llamamientos a la autorregulación, los de los Consejos Audiovisuales, de las Asociaciones de Periodistas o de otras instancias preocupadas por este fenómeno en avance creciente en los últimos quince años. Todo el mundo lamenta la degradación de los contenidos de la TV, pero las emisoras continúan su progresión sensacionalista, sin que ningún gobierno se atreva a suspender la licencia de emisión a ninguna de ellas.
La última acción escandalosa, por ahora, ha sido la de la aparición en un programa de Antena 3 de un individuo que pidió a su ex-pareja volver con ella; unos días después, la acuchilló hasta matarla. Uno más, dentro de una lista ya bastante larga de crímenes machistas que aprovecharon programas de telebasura para perpetrarlos después de pasar por los platós. ¿Se puede acabar con la telebasura? Me temo que no, que todavía nos queda mucha porquería que ver. Cada año, aumentan estos programas, mientras los ciudadanos callan y tragan. Con la excusa de que el espectador es soberano con el telemando, las TVs obran a su antojo en una villa sin vallado. ¿Todo vale a la hora de programar en televisión?