martes, noviembre 27, 2007

La telebasura que nos invade


A los programas de las TVs que incumplen los códigos de la información y que difunden y fomentan valores negativos para la sociedad y los ciudadanos se les conoce como telebasura. Son programas que no suelen respetar los derechos a la intimidad y al honor; que trivializan y relativizan valores éticos y culturales de la sociedad; que practican el sensacionalismo, deforman los modelos y apuestan por el espectáculo como factor determinante para el entretenimiento.


Mayoritariamente, son las TVs privadas las que emiten este tipo de programas, aunque las públicas tampoco están inmunizadas contra este subproducto. La telabasura tiene sus orígenes en la TV norteamericana, donde comenzaron los primeros programas de telerrealidad y la introducción de la violencia, verbal y física, en los debates. Los que tiene como leit-motif el sexo provienen de Italia.


Si entra usted en internet y pide información sobre la telebasura, encontrará hasta 800.000 registros. Y buena parte de ellos son análisis y afiladas críticas contra este tipo de programas. Pero las emisoras se justifican en sus audiencias y en el importante negocio publicitario que generan, porque suelen ser programas de bajo coste de producción. El 90% de los españoles dice estar en contra de la telebasura, pero lo cierto es que un 40 por ciento de los ciudadanos la ve. El 52%, según el CIS, cree que la TV es vulgar y de mal gusto. ¿TV de masas al nivel de la cultura de masas del pais...? Dejemos ahí la duda.


De nada sirvió aquel acuerdo suscrito por todas las TVs con el Gobierno para respetar los horarios infantiles. De nada, tampoco, los llamamientos a la autorregulación, los de los Consejos Audiovisuales, de las Asociaciones de Periodistas o de otras instancias preocupadas por este fenómeno en avance creciente en los últimos quince años. Todo el mundo lamenta la degradación de los contenidos de la TV, pero las emisoras continúan su progresión sensacionalista, sin que ningún gobierno se atreva a suspender la licencia de emisión a ninguna de ellas.


La última acción escandalosa, por ahora, ha sido la de la aparición en un programa de Antena 3 de un individuo que pidió a su ex-pareja volver con ella; unos días después, la acuchilló hasta matarla. Uno más, dentro de una lista ya bastante larga de crímenes machistas que aprovecharon programas de telebasura para perpetrarlos después de pasar por los platós. ¿Se puede acabar con la telebasura? Me temo que no, que todavía nos queda mucha porquería que ver. Cada año, aumentan estos programas, mientras los ciudadanos callan y tragan. Con la excusa de que el espectador es soberano con el telemando, las TVs obran a su antojo en una villa sin vallado. ¿Todo vale a la hora de programar en televisión?

viernes, noviembre 23, 2007

La ultraderecha está aumentando


¿Está aumentando extrema derecha en España? ¿Deben estar preocupados los ciudadanos por la agresividad con que se suelen emplear sus militantes? ¿Sigue siendo franquista la extrema derecha en España?... Últimamente, entre el aniversario de la muerte de Franco y algunos actos violentos que han provocado en diversas ciudades, se ha hablado mucho de la extrema derecha. Mañana mismo, hasta diez partidos de este signo han anunciado que se sumarán a la manifestación contra el Gobierno socialista convocada por la AVT de Alcaraz.Los ultraderechistas se caracterizan por defender de manera violenta sus ideas, generalmente ultranacionalistas y conservadoras, racistas y xenófobas, con tendencias militaristas, que exaltan el orden y la seguridad por encima de todo y muestran un encendido fervor por los símbolos. Objetivamente, España es uno de los paises europeos con menor presencia de la extrema derecha. En paises como Francia, Alemania, Gran Bretaña, Suecia, Bélgica, Holanda, Austria hay partidos ultras bastante fuertes, que suelen cosechar en torno al 10% de los votos cuando hay elecciones. Sólo en Alemania, según la policía, la ultraderecha cometió el año pasado 12.250 delitos de carácter ideologico. Esta ideología ha llegado a tener hasta grupo propio en el Parlamento Europeo, hasta que una pelea entre ellos acabó con su disolución recientemente. Aquí, en España, tenemos una veintena de estos partidos polìticos, que están legalizados, pero que no mantienen relaciones entre sí ni tienen representación parlamentaria, ni -desde luego- líderes populares conocidos. En las elecciones municipales de junio pasado, entre todos ellos sumaron alrededor de 70.000 votos, pero tan diseminados que apenas consiguieron algunos concejales en pueblos pequeños. Es decir, un apoyo residual. Bien diferente del que tuvo la marca "Unidad Nacional", de Fuerza Nueva, que consiguió situar a su líder Blas Piñar como diputado en las elecciones generales de1979, tras conseguir 379.000 votos. En los comicios siguientes, los de 1982, se hundió, consiguiendo sólo 20.000 votos.En las elecciones generales de hace cuatro años tuvieron 42.000 votos. Aquellos eran tiempos en que, al calor del franquismo subyacente, todavía disponían de impulso y cobijo. Pero la democracia les debilitó, hasta el punto de que se han llevado décadas mostrándose sólo alrededor del 20-N cada año. Últimamente, sin embargo, se han inscrito nuevos partidos, que parecen obedecer a otras disciplinas y otras inspiraciones. Desde luego, en los estatutos de estos partidos no figuran los objetivos que suelen caracterizar sus actos, porque el artículo 510 del Código Penal es claro: "quienes provocaren a la discriminación, al odio o a la violencia contra grupos o asociaciones por motivos racistas, antisistemas... serán castigados con pena de prisión de uno a tres años y multa de seis a doce meses". Algunos analistas consideran que el hecho de que parte de la extrema derecha se integrara en el Partido Popular cuando gobernaba Aznar, le ha permitido hacerse visible, capitalizando la oposiciòn más agresiva al gobierno socialista en asuntos como el terrorismo, el debate territorial, el nacionalismo españolista y una inconfesada xenofobia contra los inmigrantes, que emerge en acciones violentas esporádicas, como el asesinato de un joven antifascista en Madrid hace unas semanas. La policía sabe bien, porque los tiene localizados, que el odio al inmigrante es una de sus principales motivaciones. Y da un número aproximado: unos 10.000, entre ultras y neonazis, de entre los que detuvieron el año pasado a un centenar por participar en acciones violentas.