domingo, octubre 23, 2011

Las varas de medir

Decía el periodista y político francés Georges Clemenceau que la guerra es demasiado importante para dejársela a los generales. También cabría decir que las leyes son demasiado determinantes en la vida de las personas como para dejar que las apliquen administradores parciales. Las leyes –bien lo sabemos- no siempre llevan a alcanzar la justicia. El proceso por el que el TSJA ha juzgado esta semana al juez de familia sevillano Francisco Serrano es el resultado de un acoso en el que participan las posiciones feministas más belicosas y determinado grupo de profesionales de la magistratura empeñados en una absurda guerra de sexos. Sólo desde esas posiciones radicales de batalla se puede explicar que la fiscal pidiera diez años de inhabilitación para él por unas horas en la entrega de un niño a la madre. (Se trata de un juez, digámoslo ya, que está en el punto de mira de ese grupo porque afirma cosas como que parte de las denuncias por malos tratos son falsas, o que será legal pero no justo que un mismo hecho sea considerado delito cuando lo hace el hombre y sólo falta cuando lo hace la mujer). El caso es este. Serrano tomó la decisión de permitir a un niño de once años, de padres separados, que se quedara con su progenitor un día más para participar en la salida de una cofradía de Semana Santa, de la que el menor es hermano. Por ese día más de lo señalado en el convenio de custodia le acusaron de prevaricación, que es el peor de los delitos imputables a un juez. Pero pasaron por alto al acusarle que la ley también prevé que las resoluciones judiciales den prioridad siempre al bienestar del menor. ¡Esa madre, diciendo que el cambio de custodia que hizo el juez le causó terror..! ¿Terror que su hijo quisiera disfrutar con su padre de una noche de procesión? Pero ¿qué sentido de maternidad es ese? El juez Serrano aplicó el sentido común a su resolución. El caso revisado ahora por el TSJA ya fue sentenciado por la Audiencia, que falló conforme lo decidido por el juez. ¿Habría que juzgar a la Audiencia por cometer prevaricación al haber dado la razón al ‘prevaricador’? Hay que bajar al terreno del sentido común y apear a los intransigentes encastillados en estas guerras. Al final, la fiscalía ha terminado cambiando su petición inicial de condena para el juez Serrano y pide ahora su libre absolución. No ha sido sólo un despropósito el intento de apartar al juez de la carrera judicial: puede haber delito por acusarle sin fundamento. A ver quién le resarce del escarnio público al que ha sido sometido durante este tiempo; a ver quién le redime de la pena de telediario por la que ha pasado. ¿Es que todo ese camino de calvario al que han sometido al juez Serrano va a quedar inmune?

Los cascotes del WTC

Parte de los cascotes de las torres gemelas de Nueva York le cayeron a ETA encima hace diez años. Al Qaeda consiguió sentar el consenso mundial de que no hay excusas que justifiquen ningún terrorismo. Hasta entonces, desde el exterior se miraba a los grupos terroristas como combatientes por la libertad de sus pueblos oprimidos; todavía los británicos hablan de los etarras como activistas y separatistas. Los movimientos rebeldes eran percibidos como víctimas de los Estados que presuntamente los reprimían. Hasta la inflexión de los atentados del 11-S, pocos países se tomaron la molestia de situar a ETA en su verdadero lugar de grupo sanguinario. De aquellos polvos... Conviene analizar con calma la nueva situación. ETA no ha claudicado por una convicción moral, sino porque el combate policial y judicial le ha estrangulado todas las opciones. Pero no se arrepiente. Continuará, pues, defendiendo con su entorno el objetivo de la independencia por otras vías y no serán menores los dolores de cabeza que provoque. (Esperemos que al final de la senda no le esté esperando Arzallus –el PNV- con la cesta para recoger la nueces del árbol estremecido, según su propia confesión tiempo ha). Ya han advertido los abertzales que el conflicto continúa. Sumado, el nacionalismo vasco en conjunto puede subir en apoyos y llegar a situaciones muy delicadas. La banda y su entorno han sacado el comunicado en plena campaña electoral para rentabilizarlo en las urnas. Campaña que corre el riesgo de envenenarse con la tentación de obtener réditos políticos. No hay que fiarse de ETA, la banda terrorista más cruel y duradera de Europa, que ni ha entregado las armas ni se ha disuelto. Sólo ha decidido no matar por ahora. Si dentro de un tiempo quiere, dirá que el Estado le sigue oprimiendo y volverá a las pistolas y las bombas. Son los mismos perros que han cambiado de estrategia. Eso es todo. Perder el realismo con los terroristas sería grave pecado de ingenuidad. A las víctimas les debemos todo el apoyo. Pero no pueden ser quienes marquen la actuación política al gobierno en adelante. Que asuma esto el PP, si es que le toca gobernar, porque en su núcleo están los rencores más acerados y resistentes. Prepárense también los vascos para un proceso que va a requerir mucha generosidad en la difícil marcha hacia la reconciliación. Es la gran victoria, políticamente póstuma, que se adjudica Zapatero. Empero, el adalid de la lucha antiterrorista de estos años ha sido Rubalcaba, quien tomó las riendas después del atentado de la T-4 de Barajas. Tanto acierto y, sin embargo, podría ocurrir que no rentabilizara, en la medida en que se le debe y lo merece, la deposición de los terroristas. Cosas de la política.