Este Ibarreche no es un personaje de fiar, ni para el gobierno ni para sus propios compañeros. Para nadie. Ya engañó a todos pactando en Estella con ETA. No se pueden esperar de este personaje, ciclotímico y obcecado, más que salidas de pata de banco. Practica el iluminismo paranoide de tantos nacionalistas, pero desde la frustración de no querer asumir que su figura será irrelevante en la pequeña historia del pueblo vasco. Se quedó enganchado de la escoba con su proyecto soberanista mientras un nacionalismo de nuevo cuño, más dialogante y seductor, más homologable en Europa, le quitaba la escalera. Él y su grupo han conseguido desplazar a Imaz, pero esa jugada será de corto alcance. Al tiempo. Su proyecto de referendum y su línea soberanista no llegarán a ninguna parte. "Constitución, Constitución y Constitución", le respondía hoy la vicepresidenta...
Y, aprovechando la turbulencia del momento, el lider del PP. Lo de Mariano Rajoy, tratando de aprovechar para su campaña cualquier excentricidad que surja, es para que se lo haga mirar. ¿Quién va a creer que la culpa de que Ibarreche desbarre con la boutade de hoy la tiene Zapatero? Una actitud de irresponsabilidad tal, en un partido alternativa de gobierno, pone los vellos de punta.
Ni por asomo hay que buscar paralelismos en la situación actual con el tiempo de la República. Ni por asomo, desde luego. Pero a la República le salió un movimiento revolucionario (anarquistas, comunistas) encendió la mecha que descontroló su proyecto de convivencia y la derecha terrible, el ejército y la Iglesia respondieron con los resultados conocidos de la guerra civil. ¿Qué fue del Gobierno, de la mayoría de los españoles pacíficos que trajeron la República? Pues que fueron la víctima de los odios que generaron unos y otros... Insisto que el momento no es como el de entonces. Pero la derecha de Rajoy debiera reflexionar si su papel debe ser el de atizar los fuegos que van prendiendo los nacionalistas o el de hacer cuerpo con el Gobierno, que tiene su mismo idéntico proyecto político para España. Utilizar las ocurrencias del iluminado Ibarreche como arma arrojadiza contra Zapatero es un sinsentido, pero puede provocar el efecto del que quiere apagar la candela utilizando un fuelle.