¿A qué juegan los barones territoriales del PSOE? No cabe
mayor inoportunidad que una crisis interna ahora en el partido del que depende,
en buena parte, el futuro político del país. Están en el filo de la navaja el
presente y el futuro inmediato, son los socialistas una fuerza determinante
para marcar rumbos en estos tiempos tan inciertos... ¡y se enzarzan en zancadillas
y navajeos contra su secretario general! Menos mal que lo que más las preocupa
es España...
Es complicado entenderlos, saber a qué juegan si se excluye
el factor ansia de poder de algunas de sus baronías territoriales. ¿Cómo
entender ese acoso con pretensiones de derribo cuasi inmediato, en menos de dos
meses, de su candidato? ¿cómo entender esa tutela a la que le están sometiendo?
Puede ocurrir que haya repetición de elecciones generales y congreso
socialista para elegir candidato casi a la vez. ¡Qué disparate! Entre esto y el
esperpento de Cataluña, dan ganas de...
Lo dijo Felipe González, el respeto a cuyas opiniones en el
PSOE es bien conocido; confesó el ex-presidente que Sánchez no había sido su candidato en las
primarias, que él no lo había votado, pero que lo defendería y apoyaría porque es
el secretario general que el partido eligió. Ganó unas primarias con casi la
mitad (49%) de los votos de la militancia socialista, frente al 36% que obtuvo
el segundo candidato, Eduardo Madina. Sánchez fue ratificado después por un
congreso extraordinario, en julio de 2014, al que se presentó como aspirante único.
Ya desde la noche del mismo día 20 comenzó el acoso. No lo
quieren y le recuerdan, cada dos por tres, quién tiene el poder en el partido.
El espectáculo de desautorización y ridículo permanente al que lo están
sometiendo ante los demás partidos y
ante la opinión pública en general es vergonzoso y reviste un enorme peligro.
Si en política valiera el orgullo, sería para que este hombre saliera
corriendo. En caso de tener que competir en unas nuevas elecciones, que será lo
más probable, saldrá a la palestra con mucho menos crédito electoral: y si los
socialistas cambian de cartel, tanto peor les puede ir...
Pero vamos al origen de la vendetta. ¿Cuándo, en qué declaración pública sobre posibles pactos
omitió Pedro Sánchez la línea roja de la
integridad de España y la defensa cerrada de la Constitución? Digan en cuál;
busquen en las hemerotecas, fonotecas y videotecas, a ver si en la semana del
20 al 27 se desdijo de sus públicos
compromisos. ¿A qué vino la declaración de Susana Díaz sobre la línea roja
contra el referéndum que propone Podemos en Cataluña?, ¿hizo la advertencia porque vio veleidoso y
cambiante a Pedro Sánchez... o lo hizo para recordarle que es ella la que manda
desde el poderoso PSOE andaluz? ¿Era necesaria esa puntualización?, ¿era preciso
impulsar, fuera de la cultura del partido como está, esa iniciativa, un documento cerrado al comité
federal suscrito por algunas
baronías? Claro que no; como se ha visto
en las sesiones previas al comité recién celebrado, se trataba de seguir
poniéndole cerco al secretario general, de advertirle que está condicionado a
lo que le exijan las susodichas baronías territoriales (no todas).
Un cerco que equivale a que obvian los resultados de las
primarias, como han hecho en otras ocasiones. Los socialistas deberían ser
coherentes y reconocer de una vez por todas que, aunque las instituyeron como un signo de
democracia interna, las primarias les han dado más sustos que estabilidad y han
aportado a su funcionamiento interno unos enfrentamientos y unas prácticas
desde las sombras poco rentables. Por eso, cuando alguien como Pedro Sánchez,
elegido en primarias con un resultado claro, no les gusta, van a por él y se
olvidan de quienes lo eligieron secretario general.
Para el poco tiempo que lleva en el cargo, con la sociedad
indignada contra los políticos del PP y del PSOE y con dos formaciones
emergentes que roban votos por doquier, los resultados globales de los
socialistas no son un fracaso tan estrepitoso (excepto en Madrid, que ahí sí)
de su secretario general. ¡Y van y le
piden que reconozca públicamente que los resultados fueron malos, que se
fustigue, que se humille..! ¿Para qué?, ¿para reconocer que en Andalucía fueron
mejores? Sí, pero puestos a ser puntillosos, ¿habría que
culpar a Susana Díaz de haber obtenido aquí doscientos mil votos menos
esta vez que en las elecciones de 2011? No tiene sentido este ejercicio de escarnio
público.
Por otra parte, la experiencia sugiere que un candidato necesitará dos
elecciones para alcanzar la presidencia del gobierno. Pero las baronías
territoriales parecen no querer permitirle una segunda oportunidad a Pedro
Sánchez. Ellos sabrán si tienen alguien mejor.
La altura de miras y la grandeza de la política escasean en
el PSOE de este momento. Pero España no
está para dudas hamletianas, discusiones de patio de vecinos ni galgos de
Lucas.
La jauría del hortelano...