martes, junio 10, 2008

O tirarse por un tajo

Hoy me desayuno con que las mujeres crean más riqueza y son más fiables que los hombres, y que España se suma a la perspectiva de género con más créditos para ellas porque son más luchadoras contra la pobreza... Es una noticia más de esas que, de un tiempo a esta parte, nos vienen insistiendo a los hombres que somos peores que las mujeres, que valemos menos, que tenemos menos habilidades, etc. etc. No importa que no sea cierto, el caso es repetirlo hasta que se asimile como si fuera verdad. La técnica es conocida.
Los varones estamos llegando al punto de preguntarnos, asombrados, cómo ha podido funcionar el mundo hasta ahora regido sólo por los hombres, cómo hemos podido ser tan malvados, tan soberbios, tan agresivos, etc. etc., que no habíamos reparado en los superiores valores para todo de las compañeras que teníamos al lado... ¡Si no sentimos vergüenza de cómo nos hemos comportado a lo largo de la historia y pedimos perdón y nos humillamos ante las mujeres ahora mismo, es que somos unos machistas recalcitrantes, no merecedores más que de ser apartados del poder y de la posibilidad de tomar las decisiones! Porque de eso se trata, de tomar el poder.
Se está generando la conciencia de que el varón es peor en todos los aspectos que la hembra. Esto ya se percibe en las aulas escolares donde enseñan maestras más o menos feministas y donde los alumnos varones viven desconcertados, porque se les está cortando la espontaneidad natural del varón, reconduciendo el natural comportamiento de su desarrollo. Una cosa es educar en valores y otra bien distinta adoctrinar con planteamientos sectarios.
La crisis del hombre es un hecho que llama a las puertas del género en la sociedades de la era tecnológica. Se ha empezado por inculcarle una conciencia de culpabilidad, al tiempo que se resaltan los méritos de las mujeres, pero no en base a planteamientos científicos, sino a formulaciones simplistas cuando no truculentas.
Vivimos en el tiempo de la opinión pública, capaz de derribar y de erigir mitos con la velocidad que permite el mundo de la comunicación global. Y éste del feminismo es el que se está consolidando ahora. Los gobiernos de izquierdas legislan y operan en clave de sexo (es escandaloso, pero esta es la realidad); el feminismo radical se ha aupado a puestos determinantes de poder y con la aquiescencia de algunos gobernantes masculinos (que parecen renegar de serlo) y se ha creado la dinámica social para conseguir el cambio.
En ocasiones, en la marcha de las sociedades se producen movimientos que a todas luces se percibe que van en dirección equivocada, pero cuya trayectoria es imposible de reconducir; es como los barcos que avistan a otro en la inmensidad de la mar, pero saben que, por mucho que traten de corregir su rumbo, la colisión será inevitable. Puede que ocurra en el futuro algo parecido entre hombres y mujeres, habida cuenta de que a las feministas se les ha ocurrido que las mujeres deben hacer su revolución solas y con los hombres como adversarios. Seguramente, este rumbo nos lleve al desastre, pero es lo está apuntado ahora mismo.